Democracia Participativa o Semidirecta
es una expresión amplia, que se suele referir a formas de democracia en las que
los ciudadanos tienen una mayor participación en la toma de decisiones
políticas que les otorga tradicionalmente la democracia representativa.
Puede definirse con mayor precisión
como un modelo político que facilita a los ciudadanos su capacidad de asociarse
y organizarse de tal modo que puedan ejercer una influencia directa en las
decisiones públicas. Se manifiesta usualmente por medio de referendos por los
que los representantes consultan a la ciudadanía o por medio de iniciativas de
consulta que los ciudadanos presentan a los representantes.
La democracia participativa y
estas otras formas no deben considerarse como excluyentes entre sí. Más bien,
cada una de ellas apunta en una determinada dirección sobre cómo hacer avanzar
la democracia representativa tradicional hacia sistemas con mayor grado de
participación. En la práctica, un sistema concreto de democracia participativa
puede basarse en ideas y métodos provenientes de distintas variantes.
Razones para su Promoción
Una de las razones fundamentales
para promover la democracia participativa consiste en que tal sistema ofrece al
ciudadano una capacidad de participar en decisiones orientadas a desarrollar
una economía socialmente justa y humanista. Esto promueve un ambiente de
cooperación porque se aprecian directamente las consecuencias de tales
decisiones para todos y cada uno de los miembros de la sociedad.
La democracia participativa
auténtica hace énfasis muy especial en dar voz a los individuos y a las
comunidades, cuyas opiniones, anhelos y aspiraciones rara vez hallan eco o
atención en los mecanismos tradicionales de la democracia representativa.
Este es un proceso de
transformación que ya está en marcha en
muchas sociedades democráticas que debe apuntar a promover mecanismos prácticos
de participación, medios transparentes de información e investigación,
adiestramiento desde la escuela en las técnicas de participación y un programa
político estable que defina claramente sus metas destinadas a generar una
energía social de participación en las comunidades orientada a la vida y
decisiones del barrio, del municipio, de la provincia y de la nación, con el
consecuente resultado de concertación, tolerancia y colaboración que
necesariamente desemboque en una evidente mejora de la calidad de vida.
¿Por qué Democracia Participativa?
Hay buenas razones por las cuales
la democracia participativa debiera funcionar:
- Aprovecha las experiencias y la capacidad de todos: La sociedad funciona mediante una red que interrelaciona al gobierno, las diversas comunidades, los grupos de intereses, los sectores y las instituciones. Además, los ciudadanos tienen un conocimiento mucho más íntimo a nivel local de las necesidades de la población que ningún grupo de políticos desde un gobierno altamente centralizado.
- Promueve la legitimidad: Las instituciones, los organismos sectoriales, las empresas y los gobiernos acabarán por apreciar que tienen mucho que ganar en confianza, apoyo y colaboración de parte de los ciudadanos si los incluyen de alguna forma en sus decisiones. Los propios ciudadanos tienen una mayor facilidad de promover iniciativas destinadas a hacer más eficaz el medio en que se desenvuelven.
- Desarrolla nuevas capacidades: La participación desarrolla la capacidad de las personas de trabajar en colaboración con los demás, de identificar prioridades y de lograr que las cosas se hagan y los proyectos se realicen. La actividad participativa los convierte así en mejores ciudadanos.
- Mejora la calidad de vida: Estudios realizados por economistas, sociólogos y sicólogos han demostrado que las personas que participan en la toma de decisiones son más felices que los que se limitan a aceptar o aplicar las decisiones de otros, debido a que se sienten responsables del mejoramiento de su calidad de vida. Además, la participación brinda al ciudadano una oportunidad de mayor eficacia en la colaboración.
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