Parece que recientemente la
búsqueda por debatir acerca de la soberanía tecnológica ha cobrado interés en
algunas listas de distribución electrónica sobre temas de software libre que he
podido ver, así como también el debate técnico siempre inacabado sobre el
software libre y si una distribución X ó Y de Linux es o no 100% libre al
posibilitar a sus usuarios que descarguen software privativo, aunque esto sea
sólo una condición de posibilidad en algunos casos. En especial, esto último
parece presentarse de un modo casi cíclico y como respuesta aposiciones
emanadas desde la Free Software Fundation o alguno de sus representantes frente
a la decisión de distribuciones como Debian y Ubuntu de incluir en sus
repositorios acceso a software no-libre, aunque su software core sí lo sea.
Volviendo al tema de la
soberanía tecnológica, aunque pareciera a veces estar acaparado en dedicación
por referencias al software libre, es importante entender que va mucho más allá
de consideraciones, por demás válidas sobre los distintos sistemas operativos y
el software libre. Si es improcedente limitarla a lo técnico, la definición de
la soberanía tecnológica no puede hacerse tampoco desde una óptica
exclusivamente económica o derivadas de opiniones sobre los distintos bloqueos
económicos que ocurren en el planeta. Pero esto último buscaré explicarlo
mejor.
La búsqueda de la soberanía
tecnológica, puede debe entenderse desde varios puntos de vista. Por ejemplo,
definida en términos de posibilidad de construcción local de decisiones y de
autogestión sobre temas tecnológicos, y en una época signada por el uso
indiscriminado, irreflexivo y casi exclusivamente instrumentalista de la
tecnología y lo tecnológico, justo esto último: lo tecnológico (el hecho
tecnológico) no puede abstraerse de la también necesaria reflexión sobre los
por qué, los para qué y los cómo de la tecnología y su sentido en nuestra
construcción social.
Hoy día, el desarrollo
tecnológico es una realidad en el país, vinculado a un elemento importante que
se beneficia, participa y apropia de los conocimientos: el pueblo. La política
de Estado en materia tecnológica está estrechamente ligada al Poder Popular, y
a la necesidad de dar acceso a oportunidades que en otras épocas estaban
disponibles para un grupo reducido. "Desde el punto de vista de las
tecnologías para la gente, yo pienso que el país debe tener sus
infraestructuras de investigación, de desarrollo, que generen esos productos
que está requiriendo nuestra sociedad, el enfoque que le damos nosotros desde
el marco de un Gobierno socialista, por supuesto, es generar la tecnología que
la gente requiere y no lo que se necesita para una comercialización.
La soberanía va muy ligada a la
independencia tecnológica también, y allí hay un trabajo bastante grande que
viene impulsando el Gobierno revolucionario, específicamente a través del
Ministerio del Poder Popular para Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias
(MCTI)", señala el Presidente del Cendit. El MCTI en conjunto con sus
entes adscritos ejecuta una ardua labor dedicada a lograr la plena soberanía
tecnológica.
Venezuela dejó de ser un simple
depósito de tecnologías foráneas, hoy somos capaces de investigar, desarrollar
y producir, gracias también a la ayuda de países aliados que nos han ofrecido
más que la venta de un artefacto, nos han transferido conocimiento que, unido
al talento local, ha dado frutos y se prevé que genere aún más, en pro de la
definitiva independencia tecnológica.
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